Si alguna vez pasado por alguna pastelería de Toledo, o por el obrador de Casa Mira, en pleno centro de Madrid, habréis podido ver un curioso dulce con forma de anguila enroscada, se trata de una anguila de mazapán.
Para aquellos que no la hayan catado ni visto nunca, os diré que se trata de un enorme mazapán por fuera, relleno, normalmente, de yema confitada o cabello de ángel. Sus ojos son bolas de azúcar, y lleva unas escamas de láminas de almendras recubiertas de azúcar glas, o de fruta confitada.
Este dulce tradicional es uno de los más típicos de la ciudad de Toledo, aunque, su popularidad le ha llevado a traspasar fronteras y, actualmente, por suerte, también lo podemos degustar en otras regiones.
Si tienes curiosidad sobre el origen del mazapán, no te pierdas este post.
¿De dónde procede la anguila de mazapán?
El mazapán es uno de los dulces más típicos de Toledo. Allí se vende durante todo el año y, aunque, la mayoría de los mazapanes siguen presentándose en forma de pequeñas figuras, podemos encontrar también en los escaparates anguilas de mazapán.
Cuenta una de las leyendas de Toledo que, en el siglo XIX, las anguilas eran un manjar muy apreciado en la ciudad. Provenían del río Tajo y, además de consumirlas habitualmente como plato típico, también se utilizaban para depurar el agua de los aljibes de la zona.
El caso es que, las anguilas desaparecieron del río Tajo. Y, como dice el refrán que: “a falta de pan buenas son tortas”, uno de los obradores de la ciudad decidió revivirlas, pero en forma de mazapán, para que no se echasen tanto de menos en las mesas de la región.
Sin embargo, deambula otra historia muy distinta sobre la anguila de mazapán, que pone los pelos de punta a cualquiera.
Las anguilas de mazapán y su relación con los judíos conversos
Existe otra historia mucho más oscura sobre la anguila de mazapán, que sitúan su creación en el siglo XV.
En 1492 los Reyes Católicos decidieron expulsar a los judíos de la Península. Muchos de estos judíos, se convirtieron al catolicismo para no tener que abandonar su hogar y sus pertenecías. Al convertirse a la nueva religión debían abandonar sus antiguas costumbres y asumir las costumbres y tradiciones cristianas.
Por aquel entonces, la inquisición se encargaba de vigilar de que los judíos conversos, efectivamente, hubieran abandonado su fe, poniéndolos a prueba continuamente. Por este motivo, encargaron a los pasteleros toledanos un dulce con forma de anguila, ya que los judíos no podían comer ningún pescado que no tuviera escamas, ni aletas, por semejarse a la serpiente, un animal impuro.
De esta manera, podían observar quién comía gustosamente de la anguila y quién la rechazaba. Cuentan que las escamas de la anguila se las colocaron posteriormente unos confiteros que se apiadaron de los sefardíes para que no los persiguiese más la inquisición.
Un dulce elaborado a mano
Las anguilas de mazapán han llegado hasta nuestros días muy mejoradas, y su popularidad ha viajado hasta otros países europeos, incluso, América latina.
En Casa Mira la elaboran a mano en su obrador con ingredientes de la máxima calidad. Muy lejos de los mazapanes elaborados con patata, en los mazapanes de Casa Mira se usa únicamente almendra Marcona.
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Un dulce para compartir, sino queremos tener un ataque diabético, pero, que bien merece la pena probar, aunque metamos unas cuantas calorías de más en el cuerpo.